Se trata de un conflicto que se remonta al período colonial y al surgimiento de los movimientos nacionalistas en Europa y en Oriente Medio. Las causas: territorio (ocupación de Israel de territorios palestinos), históricas y coloniales (creación del Estado de Israel), étnicas y religiosas (judíos, musulmanes y cristianos), recursos (el agua).
Historia del conflicto
Para comprender desde un principio en qué se basa este interminable conflicto, vale tener en cuenta que las causas son éstas: territorio (ocupación de Israel de territorios palestinos), históricas y coloniales (creación del Estado de Israel), étnicas y religiosas (judíos, musulmanes y cristianos), recursos (el agua).
Los inicios de este conflicto se remontan al período colonial y al surgimiento de los movimientos nacionalistas en Europa y en Oriente Medio. A finales del siglo XIX, en las provincias árabes del Imperio otomano se comenzaron a desarrollar movimientos nacionalistas que hacían valer la identidad árabe. Asimismo, en Europa, debido a la ola de nacionalismos, se articuló el movimiento sionismo, que defendía la creación de una entidad estatal para los judíos dispersos por el mundo. El sionismo pensó que Palestina, tierra donde se fundó el judaísmo, era el lugar ideal para realizar su proyecto nacional. Esta inmigración de judíos hacia este país tomó una gran envergadura bajo el Mandato Británico entre 1920 y 1948.
Los dos proyectos nacionales, el árabe palestino y el sionista, se enfrentaron cuando la comunidad judía inmigrada, aunque era minoritaria, tomó importancia y amplió sus territorios. Su proyecto estatal se hizo claro cuando la comunidad judía en Palestina fue creando instituciones autónomas a modo de protectorado judío y desarrollando prácticas excluyentes y discriminatorias respecto a los árabes.
La violencia fue creciendo con guerras y conflictos, lo cual llevó a las Naciones Unidos a querer partir el territorio, creando dos Estados, uno árabe palestino y otro judío. Este plan fue rechazado por los árabes, porque según ellos, legalizaba las intenciones de los judíos. Luego de la Segunda Guerra Mundial, y ante la inminente retirada británica de las Naciones Unidas, el 29 de noviembre de 1947 se propuso de modo formal la partición del territorio. En mayo de 1948, la comunidad judía declaró la creación del Estado de Israel, lo que desató la intervención de los estados árabes vecinos.
A raíz de esta primera guerra árabe-israelí, el Estado judío no sólo resistió la intervención árabe, sino que provocó la salida de gran parte de la población palestina que quedaba y amplió su territorio más allá de lo previsto en el plan de partición. Israel aprovechó además la desarticulación de la sociedad palestina provocada por el éxodo y la guerra. Los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza quedaron bajo control de Jordania y Egipto respectivamente. De esta manera, se frustró la creación de un Estado árabe en Palestina y la ciudad de Jerusalén quedó dividida. El nuevo Estado judío se unió pronto con las potencias europeas frente al nacionalismo árabe, ganándose su apoyo político y económico.
En 1964 se creó la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), lo cual sirvió muy poco para los palestinos, frente a los intereses de Israel.
Por imperativos de seguridad y de recursos, en junio de 1967 Israel ocupó el Golan sirio, la península del Sinaí egipcio y los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza. Así, se apoderó de la totalidad del territorio de Palestina del Mandato. Desde 1967 Cisjordania y Gaza han estado bajo ocupación militar israelí. Esto ha provocado la persecución de los nacionalistas palestinos, la apropiación de sus recursos naturales, la expropiación de tierras y la instalación de colonos y bases militares, la progresiva judaización de la parte oriental de Jerusalén y la total subordinación de la economía palestina a la israelí.
Por otro lado, la oposición palestina se organizó en el exterior y la OLP recompuso la unión nacional palestina y organizó su Estado desde el exilio, logrando el reconocimiento internacional. Pero sus intenciones no obtuvieron resultado y esto desencadenó en el levantamiento de los palestinos que todavía vivían en el interior en Cisjordania y Gaza. La Intifada (alzamiento de la población palestina) se basó en un movimiento de rechazo a la ocupación y de desobediencia civil que causó una profunda conmoción en Israel, desenmascaró la realidad del conflicto y supuso un vasto apoyo internacional a las causas palestinas.
En noviembre de 1988 la OLP desde el exterior declaró el Estado Palestino, y la situación se hizo cada vez más insostenible desde Israel, que continuó resistiéndose a cambiar su política. La Guerra del Golfo creó las condiciones para que se concrete un marco de negociaciones tutelado.
El proceso de paz iniciado en 1991 abrió una vía de negociación entre árabes e israelíes y llevó a la firma de un acuerdo entre Israel, la OLP y los países árabes, y a la celebración de elecciones en los territorios ocupados. De igual forma, todavía es necesario superar muchos obstáculos: los asentamientos de colonos judíos en territorio árabe comprometen la posibilidad de un futuro estado palestino; la radicalización fanática de ciertos sectores israelíes y palestinos se ha cobrado numerosas vidas; el control del agua en la región; los refugiados y presos políticos. Y el futuro de Jerusalén, que por sus significados histórico y religioso es clave para una coexistencia pacífica en el futuro.
La cruel resistencia
Tantos años después, el conflicto palestino-israelí sigue siendo un problema a resolver. Varios acuerdos de paz han fracasado desde entonces, incluyendo los de Camp David (1980), Madrid (1991) y Oslo (1993), mientras se han multiplicado los asentamientos judíos en Cisjordania, la apropiación de tierras palestinas y el aumento de la tensión en los territorios ocupados. Sucesivas votaciones contrarias a estas medidas en las Naciones Unidas quedaron sin efecto práctico, ya que el veto estadounidense en el Consejo de Seguridad hacía -y sigue haciendo- imposible cualquier tipo de sanción contra Israel.
En enero de 1996 Arafat fue elegido presidente de la Autoridad Palestina con el 87% de los votos. La tensión en la región nunca disminuyó, aunque hubo períodos de relativa calma interrumpidos por estallidos de violencia. Pero hacia el año 2000 la cuestión de Jerusalén, ciudad santa para musulmanes y judíos, se convirtió en el mayor obstáculo para la negociación, ya que las partes pretendían erigir en esa ciudad su capital.
En diciembre de 2001 Ariel Sharon (ex ministro de defensa que ganó en los comicios israelíes de febrero de 2001) cortó todos sus vínculos con Arafat. La nueva estrategia israelí se basó en no considerar al líder palestino como interlocutor válido, y con la ruptura también se truncó cualquier intento de negociación. Arafat se vio presionado a crear la figura de un primer ministro, a quien confió además la conformación de un nuevo gabinete.
A fines de 2002 Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y las Naciones Unidas presentaron un nuevo plan de paz conocido como "Hoja de Ruta", que incluyó el establecimiento de un estado palestino para el año 2005. El plan fue aceptado por ambas partes, pero Israel no cedió en su agresión contra la población civil palestina y procedió a la construcción de un muro de seguridad cuyo objetivo es detener a extremistas palestinos que intenten penetrar en Israel. La comunidad internacional condenó la construcción del muro, pero el gobierno de Ariel Sharon siguió adelante con sus planes.
Para noviembre de 2003, el número de víctimas fatales desde el comienzo de la Intifada (de la segunda en 1996) se elevó a 3.168, de las cuales 2.700 eran palestinas y 852 israelíes.
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